Invap ganó una licitación por 400 millones de dólares para construir un reactor nuclear en Holanda. Su gerente general asegura que es resultado de una política continua.
Los dos acontecimientos tecnológicos nacionales más importantes de 2018 conducen a una sola empresa: Invap, la firma estatal de Río Negro de 40 años de vida.
El primer logro se concretó días atrás en Europa. Invap ganó la licitación para la construcción de un reactor nuclear en Holanda. La industria nuclear es el sector de alta tecnología con más desarrollo y tradición en el país. Pero Invap también está detrás del satélite Saocom 1A que se lanzará en agosto de este año desde Estados Unidos.
En la actualidad, la empresa está conducida por un cordobés por adopción. Vicente Campenni, gerente general, llegó a Córdoba cuando era niño y recién se fue cuando terminó el doctorado en Física en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).
–¿Qué significa para Invap y para el país la licitación de este reactor para Holanda?
–Ratifica un camino que se viene recorriendo desde hace décadas con la evolución de la tecnología nuclear en el país, liderada por la Comisión Nacional de Energía Atómica (Cnea). Nosotros tratamos de trasladar esa tecnología a proyectos productivos para el país y de exportación. Primero exportamos a Argelia, luego a Egipto y a Australia. La licitación ganada en Holanda es un punto más en esta línea tecnológica nacional. Argentina debe darles continuidad a otros proyectos tecnológicos como lo hizo con el área nuclear porque vamos a tener resultados económicos. Esto no sólo ayuda a mejorar el sistema científico del país sino que también se pueden vender al mundo productos con alto valor agregado.
–Estimamos que se necesitarán más de un millón de horas hombre para completar el proyecto. La primera fase llevará dos años y se trabajará en la ingeniería del proyecto. Allí trabajarán unas 50 personas con un presupuesto de 40 millones de euros. Pero es una pieza más de un rompecabezas más grande. Nosotros logramos este hito porque estamos parados sobre dos pilares muy importantes de la Argentina. El primero es el ámbito académico-científico con sus organismos específicos, como la Cnea, pero también con las universidades que nos dan el soporte de científicos. Y, por otro lado, las Pymes. Nuestros proyectos tienen un derrame importante de trabajo a pequeñas empresas de base tecnológica y también a otras más tradicionales.
–¿Para qué va a servir el reactor nuclear, que siempre se asocia con el peligro?
–Por ser nueva, la industria nuclear está muy resguardada por sus regulaciones. Los riesgos están muy bien controlados, especialmente luego de los temores que se generaron con las bombas atómicas. Argentina es reconocida globalmente por fomentar el desarrollo nuclear pacífico. Y no hay nada más pacífico que los reactores que hacemos nosotros porque tienen usos médicos. Producirá radioisótopos para tratamientos contra el cáncer y como insumos en prácticas de diagnóstico como una tomografía computada o una resonancia magnética. El proyecto de Holanda va a proveer radioisótopos para 30 mil pacientes por día. Junto con el Opal (construido para Australia) van a producir la mayor parte de los radioisótopos que necesita el mundo.
–¿No es tecnología peligrosa?
–Son reactores de baja potencia que no pueden generar electricidad como la central nuclear de Embalse. Se trata de reactores de pileta abierta. Uno puede estar parado en la boca de la pileta y ver la actividad del núcleo sin recibir radiación. Son muy seguros por el tipo de reactor y también por cómo se operan.
Trayectoria de vida
–¿Cómo un doctorado en física de la UNC terminó como gerente de Invap y no como investigador de Conicet?
–Comencé a estudiar cuando Famaf era el Imaf. Después de los primeros años de física general, decidí especializarme en ciencia de los materiales porque me gustaba lo experimental. La formación fue de excelencia. Tenía una visión sistémica de todos los problemas que me sirvió mucho para poder desarrollar mi carrera en la empresa. Tenía presentes las ideas de Jorge A. Sabato, que veía necesaria la aplicación de la tecnología para el desarrollo productivo del país. En aquellos años empezamos a hacer algunos intentos de extensión universitaria que fueron difíciles, pero eso ayudó a que me decidiera por Invap. Mi paso por la UNC fue de primera y estoy en deuda con eso, porque logré mi objetivo de hacer ciencia aplicada al desarrollo productivo.
–¿Cómo es posible unir esos dos mundos, académico y empresarial, cuando se ven distanciados y parecen mirarse con recelo?
–Las capacidades académicas de Argentina son inigualables. Invap tiene 1.400 empleados y el 85 por ciento son técnicos y profesionales especializados provenientes de todas las universidades del país. Hay de todas las especialidades y se comunican perfectamente entre ellos, porque eso es lo que se necesita para hacer un reactor, un satélite o un radar. Se necesitan equipos multidisciplinarios y eso Argentina lo puede hacer. Pero tenemos que trabajar más en cómo articular los roles desde la ciencia básica hasta el desarrollo tecnológico. Cada etapa de esa cadena es valiosa en sí misma pero hay que saber articularlas. Hay que salir de esa visión endogámica que solo justifica nuestra propia existencia para empezar a aportar a una cadena de valor que ayude al desarrollo del país.
–El sector científico compara la gestión de Mauricio Macri con la de Carlos Menem, cuando Invap casi desaparece. ¿Qué puede pasar en el corto plazo?
–En la década de 1990 Invap tuvo una crisis muy importante de la cual salimos fortalecidos. Aprendimos que teníamos que diversificar los proyectos y salir a vender al exterior. Invap es una herramienta del Estado y, por lo tanto, se ha adaptado a sus necesidades. En los noventa nos permitieron exportar, pero no hubo tantos proyectos a nivel nacional. A fines de esa década nos hicimos fuertes con los desarrollos espaciales. Luego vino un nuevo impulso espacial y la fabricación de distintos tipos de radares. Hay que darles continuidad a esos proyectos para seguir creciendo.
FUENTE: La Voz
http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/se-deben-continuar-los-proyectos-tecnologicos