Talento y audacia, la fórmula del éxito

· enero 25, 2018 · 10:00 am

Por Nora Bär para La Nación
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Ayer, cuando caía el atardecer en Holanda, Héctor «Cacho» Otheguy, director ejecutivo de Invap desde 1991; el gobernador de Río Negro, Alberto Weretilneck; colegas, y socios holandeses se reunieron a celebrar en un restaurante de las afueras de Amsterdam que ofrece vinos argentinos. No era para menos. Después de competir con una empresa coreana y otra francesa, la compañía argentina de alta tecnología radicada en Bariloche resultó ganadora de la licitación para construir un reactor nuclear para la producción de radioisótopos de uso médico que se emplean en el diagnóstico y el tratamiento del cáncer y patologías cardiovasculares, entre otras. Aunque no revelaron la cifra precisa, se trata de un negocio de varios cientos de millones de euros disputado en las ligas mayores de la tecnología nuclear internacional.

«Ganar un contrato así no solo es importante desde lo económico -comentó un encantado Otheguy a través del teléfono-, sino también desde lo simbólico, porque competimos con países desarrollados».

Esta fue la segunda vez que se hacía una licitación para reemplazar un reactor de casi sesenta años ubicado en la localidad de Petten, 50 km al norte de Amsterdam. En la primera, frustrada por la crisis de 2008, también Invap había quedado como favorita. La oferta final de la iniciada en 2015 se presentó en noviembre pasado y el contrato se firmó ayer a la mañana en la casa del embajador argentino en Holanda. Se espera que el Pallas, como se llamará el nuevo reactor, de complejidad similar al que se vendió a Australia en 2000, comenzará a funcionar en 2025 y producirá el 30% de los radioisótopos utilizados en el mundo y el 80% de los que se emplean en Holanda.

No por acostumbrados, los éxitos de Invap en el terreno nuclear y espacial dejan de asombrar. A lo largo de más de cuatro décadas, la compañía rionegrina, una sociedad del Estado con criterios de empresa privada, se convirtió en un caso único. Con una dotación de casi 1400 personas, compuesta en su gran mayoría de científicos e ingenieros altamente calificados, logró esa fusión siempre ansiada, pero pocas veces concretada en el país y la región, entre la ciencia, la universidad y, como alguna vez dijo su fundador, Conrado Varotto, la «vida real».

La versatilidad de su personal le permite tanto diseñar reactores, satélites (como los dos Arsat o los Saocom, para la Comisión Nacional de Actividades Espaciales, uno de ellos con fecha de lanzamiento para este año), radares o drones (estos últimos, parte de un proyecto que por un cambio en la línea del Ministerio de Defensa en este momento está en standby).

«Nunca nos asustamos o pensamos que no íbamos a poder», contó en aquella ocasión Varotto. Talento y audacia, la fórmula del éxito.